
Tras 10 años participando en todas las elecciones democráticas celebradas, y por arte de magia, he desaparecido del censo electoral del Concello de Gondomar, donde llevo censado desde el año 1996. Cuando tuve conocimiento del hecho ya no podía hacer nada. En fin, por lo menos me queda el consuelo de que mi abstención forzosa no beneficiará al partido más votado, y para que nos vamos a engañar, si lo que quiero es que me gobiernen políticos más o menos decentes tengo que emigrar a algún país del norte de Europa. Lo único malo, es que para liberar estrés fui a dar un paseo por el río y en un ataque de irá (muy impropio de mí, por cierto) decidí romper un palo contra un árbol. Para alivio de los defensores del medio ambiente tanto el palo (aunque el palo da igual porque es madera muerta) como el árbol no sufrieron apenas la energía del impacto, ya que ésta fue absorbida por las articulaciones de mi brazo, que lleva 8 horas doliéndome bastante. Moraleja: cuando quieras romper un palo, asegúrate de que está lo suficientemente podrido como para que se rompa sin hacerte daño tú. Y aunque no me gusta mucho dar consejos, supongo que esta moraleja es también aplicable a los políticos principiantes que empiezan con la ilusión de hacer las cosas bien. El problema es que en este país, los árboles también están podridos, pero tranquilos... en unos años, con muchos cuidados y riego constante, tendremos un nuevo bosque del que caerán muchos menos palos podridos. Por ahora ya hemos plantado una semilla en la plaza más importante de cada ciudad. Akuna matata.